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Los banqueros de Joyce Hornady pensaron que la idea era descabellada, por decir lo menos. ¿Balas? ¿Fabricar balas para cargadores? ¿Qué tipo de negocio era ese? Una persona podría arruinarse rápidamente. Hornady Sporting Goods Company era un negocio que podían entender de bicicletas, raquetas de tenis, uniformes de equipos, pelotas de baloncesto, bates de béisbol y guantes. Ahora, eso era un negocio. Pero balas … no, no había futuro allí. Y así fue como J.W. Hornady aprendió la primera lección del emprendedor: «Un banquero es alguien que te presta un paraguas solo cuando brilla el sol».
En 1949, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, con la economía volviendo a la situación de tiempos de paz, con la escasez comenzando a retroceder, con los estadounidenses ansiosos por seguir con una vida normal, Joyce Hornady inició un nuevo negocio. Sabía, que había miles de tiradores que querían lo que él quería: balas precisas, mortales y fiables que pudieran permitirse recargar. «Preciso, letal, confiable» describía tan bien sus productos que se convirtió en el primer eslogan publicitario de la nueva empresa.
Grand Island, Nebraska, se convirtió en el hogar de la familia Hornady cuando Joyce aceptó el entrenamiento laboral y la enseñanza de puntería a las fuerzas de seguridad en el Arsenal de Grand Island durante la guerra. Cuando concluyó la Segunda Guerra Mundial, estaba claro que habría un montón de munición sobrante disponible para los tiradores, aunque ninguna cargada con balas adecuadas para la caza.
Si sus banqueros vieron o no alguna oportunidad en esta situación, él lo hizo. La primera bala de Hornady fue una punta de aguja de 150 granos de calibre .30, una bala que, desde el principio, ha sido una de las más populares en la línea Hornady. Había una demanda de balas de caza, había un suministro de munición excedente y cartuchos, y había un suministro de máquinas herramienta excedentes utilizadas para fabricar municiones en el esfuerzo de guerra. Hornady adquirió la primera de muchas prensas de montaje Waterbury Farrell, la instaló en un antiguo taller de carrocería y comenzó la producción.
A pesar de todo el riesgo y de todo el esfuerzo, la incipiente empresa vendió solo $ 10,000 en balas en su primer año. Las ventas se triplicaron el año siguiente, el personal aumentó a cuatro y los indicadores comerciales fueron positivos. Hornady agregó equipamiento, confiado en que se avecinaba más crecimiento. La Guerra de Corea y la escasez que conllevó no se anticiparon, pero en lugar de dejar que la empresa se marchitara, obtuvo contratos para producir latas de condensador para el nuevo esfuerzo bélico, así como algunos otros productos diversos.
Cuando terminó la Guerra de Corea, el crecimiento, de hecho, se reanudó. Para 1958, la necesidad de espacio de la compañía requirió que se mudara a su ubicación actual, una planta de 8,000 pies cuadrados con una instalación de prueba subterránea de 200 yardas.
J.W. Hornady, que desde el principio había probado cada lote de balas conduciendo —invierno y verano, llueva o haga sol— hasta el campo de tiro de Grand Island, ahora podía simplemente caminar escaleras abajo hasta el laboratorio de balística y el campo.
Además, en lugar de pasar mucho tiempo viajando como jefe de ventas de la empresa, empleó a un equipo de representantes de ventas profesionales para que se encargaran de las tareas de marketing. El crecimiento de la empresa requirió cada minuto de atención que pudo brindar.
La “bala funciona”, como sus hijos a veces llamaban alegremente a la empresa, era un negocio muy interesante.
Dos décadas antes de que toda la industria estadounidense se diera cuenta de la importancia del control de calidad total, Hornady Manufacturing se comprometió con él. J.W. Hornady capturó el ideal de calidad en una frase simple: «diez balas en el mismo agujero». Operacionalmente, en la planta, eso se tradujo en un desempeño consistente y una mejora continua. El «mismo agujero» siempre puede hacerse más pequeño. Y los clientes siempre podrían probar esto por sí mismos.
Así como la calidad siempre había sido muy apreciada dentro de la empresa, también lo era la innovación. Tomó una nueva forma a principios de la década de 1960 con el primer cambio importante de diseño de bala que había emprendido la empresa. Si bien el catálogo de balas ahora variaba desde el calibre .22 al calibre .45, todas las puntas de la aguja conservaron su forma tradicional de punta cónica. El laboratorio de balística apoyó la experimentación que condujo a la forma de punta de aguja de ojiva secante común a todas las balas puntiagudas actualmente.
La calidad, la mejora continua y la innovación fueron los principios fundamentales sobre los que se basó el crecimiento de la empresa. Detrás de ellos se podían ver algunos de los principios del fundador de la empresa: honestidad, valor justo, capacidad de respuesta a las necesidades del cliente y bienestar de los empleados. J.W. Hornady había pagado a sus primeros empleados más de lo que se pagaba a sí mismo. A medida que la empresa creció, se agregaron beneficios de salud y jubilación. A medida que lo lograba, quería que sus empleados tuvieran éxito.
En enero de 1981, cuando viajaban con el ingeniero Edward Heers y el gerente de servicio al cliente Jim Garber, Joyce Hornady y sus compañeros murieron cuando el avión de la compañía que volaban se estrelló en ruta al SHOT Show en Nueva Orleans. El eje de la empresa desapareció de repente. El fundador, visionario, portavoz, líder y estratega de la empresa murió trágicamente.
Después de que la conmoción y el dolor inmediato disminuyeron un poco, quedaba una pregunta gigante. ¿Qué iba a pasar con la empresa? Había quienes dudaban de que pudiera sobrevivir a la tremenda pérdida de su primer y único líder. Esa no era la creencia de Marval Hornady. La familia necesitaba reagruparse, y así fue. Steve Hornady se convirtió en presidente y Marval en presidente de la junta. La hija Margaret Hornady David y su esposo, Don, dejaron sus carreras en Polaroid para convertirse en vicepresidente e ingeniero jefe, respectivamente. Había comenzado una nueva era.
El liderazgo ejecutivo de Hornady Manufacturing Company no ha vacilado en los primeros 60 años de la empresa. Lo que se creó en 1949 se volvió lo suficientemente sólido y fuerte como para sobrevivir al cruel golpe de perder al fundador 32 años después. Bajo el liderazgo de Steve Hornady, y con el apoyo activo y la participación de la familia Hornady, el negocio se ha duplicado, se ha duplicado nuevamente y se ha duplicado nuevamente. En 2006, Jason Hornady, el hijo de Steve, regresó a la empresa como director de ventas y actualmente es vicepresidente. La estatura de Hornady Manufacturing Company dentro de su industria nunca ha sido tan alta.
Hornady Manufacturing ha pasado de ser una empresa emergente en un pequeño taller de carrocería de Grand Island a convertirse en el mayor fabricante independiente de balas, municiones y herramientas del mundo. Eso es todo un logro. Demuestra que se han hecho muchas cosas bien a lo largo de la historia de la empresa. También sugiere que el futuro puede resultar igualmente prometedor.
Hornady Manufacturing Company es realmente más que la suma de sus empleados, equipos e instalaciones. Un visitante de Grand Island, Nebraska, puede descubrir rápidamente cuán activa ha sido la familia Hornady en los asuntos comunitarios, cuán generosa en su filantropía, cuán preocupada por ayudar a los demás, incluida la comunidad de tiro en general.
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